Durante años, los científicos dedicados a la medicina han visto en los ratones un sujeto de estudio que por sus características se asemeja a los seres humanos. Tal es el caso de las investigaciones para desarrollar nuevos fármacos en contra del Alzheimer, sin embargo, Mariana Vargas Caballero, mexicana e investigadora en la Universidad de Southampton, ha encontrado una novedosa forma de probar esos fármacos en tejido cerebral humano vivo.
La comunicación entre las neuronas llamada sinapsis es lo que hace que nuestro cerebro funcione correctamente, sin embargo, cuando ese proceso empieza a fallar, se pueden producir episodios de pérdida de memoria, al menos ese es el síntoma principal de la enfermedad de Alzheimer, para estudiar ese fenómeno se ha recurrido a la donación consentida por los pacientes de su tejido cerebral producto de alguna neurocirugía, mismo que anteriormente era desechado.
Mariana junto con Ksenia Kurbatskaya y Luis Guevara desarrollan protocolos de investigación para comprender un poco más cómo se origina el Alzheimer, entre los factores que estudian se encuentra la formación de la memoria, la conexión entre las neuronas y la plasticidad neuronal entre otros.
¿Cómo obtienen el tejido humano?
Primero hay que saber que las neuronas de los ratones y las de los humanos son distintas, ambas contienen dos proteínas la tau y beta amiloide, sin embargo en las neuronas humanas hay seis isoformas (una de las distintas formas de la misma proteína) y en las de los ratones apenas hay tres, entonces los fármacos desarrollados funcionan de manera distinta en unas neuronas y otras. Mariana Vargas Caballero explica cómo obtienen los tejidos del cerebro humano:
“El tejido que obtenemos con consentimiento informado de los pacientes, lo conectamos en el quirófano y se transporta al laboratorio para hacer estudios con las neuronas vivas, donde podemos obtener información en experimentos con farmacología y biología fundamental de las neuronas”
Sin embargo los ratones siguen siendo valiosos en la investigación, ya que a partir de sus minúsculos cerebros se puede desarrollar el modelo de degeneración de las neuronas para saber cómo son afectadas las sinapsis y la memoria.
Ahora, tomemos en cuenta que el tejido cerebral humano que se desecha después de una neurocirugía, no necesariamente está sano al 100% sin embargo, tiene que revisarse a través de puntos de chequeo y validación, de esto se encarga el laboratorio de Mariana para conocer si es realmente funcional ese pedacito de tejido que se tiene, ya que hay que reconocer que es el «tejido humano más normal» que se tendrá para llevar a cabo los experimentos. Una de las formas en las que se comprueba la funcionalidad es la siguiente:
“Colectamos la parte de la corteza que pensamos no es patológica y la analizamos sin encontrar marcadores de inflamación, es entonces que podemos confirmar que esa parte es la que podemos usar para nuestros fines”
La Dra. Mariana Vargas y sus colegas saben que son pioneros en la experimentación con tejido cerebral vivo, además también son conscientes de que hay algunos dilemas éticos, para ello se otorga el consentimiento por parte de los pacientes, pero el obstáculo mayor tal vez sea el escepticismo de los colegas con respecto al grado de normalidad que puede alcanzar ese tejido que es retirado en una neurocirugía.
Es importante saber que con este método se podría llegar a simular la enfermedad a través de moléculas de Alzheimer que permitirían probar efectivamente los fármacos y sus mecanismos de acción, saber qué funciona y qué no. También es cierto que estos tejidos de donación no solo pueden ser utilizados para entender mejor el Alzheimer y los fármacos para combatirlo, sino también para probar cualquier otro fármaco que se utilice para tratar enfermedades neurológicas.
Sabemos que las compañías farmacéuticas invierten mucho dinero en desarrollar nuevos fármacos cada año, mediante este banco de tejido cerebral humano se podrá ahorrar un tiempo valioso en el desarrollo de nuevos medicamentos porque se podrá probar directamente en donde hace falta.
La inteligencia y el conocimiento se unen para lograr avances en la ciencia médica, y cada vez son más los mexicanos que con su ingenio y dedicación están creando la diferencia.