Ali Guarneros Luna es una ingeniera aeroespacial que trabaja para la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA), para ser más específicos en el Centro Ames en Sillicon Valley. Se especializa en el desarrollo de cohetes suborbitales y satélites de órbita inferior.
Actualmente se encuentra diseñando de la mano de alumnos de la Universidad Estatal de San José un prototipo para utilizar la realidad virtual en el espacio. El objetivo es realizar un dispositivo para junio, cuando se haga el lanzamiento de un satélite al que se le pueda insertar el prototipo con la capacidad de generar un video compatible con esa tecnología.
Cuentan con un espacio de 10 centímetros cúbicos
El prototipo se encuentra en tres diferentes etapas, el primero es crear un concepto ya que se trata de algo totalmente nuevo, para ello será importante cubrir algunos parámetros como el consumo de energía que se pueda adaptar a las condiciones del espacio. Ya han trabajado con algunos conceptos con diferentes materiales y hardware, ya que el reto será que el dispositivo tenga un área de 10 centímetros cúbicos.
Los siguientes pasos serán hacer pruebas ambientales para conocer la reacción del equipo en altas y bajas temperaturas, verificando que no falle en algún momento. Después desarrollarán el software necesario para realizar la transmisión de la información.
Al finalizar esas pruebas construirán el prototipo que se colocará en el satélite, pero antes realizarán unas últimas pruebas en la cámara de vacío y vibración. Cuando el proyecto se encuentre terminado, se podrá reproducir un video en 360 grados con la posibilidad de ver en un smartphone. Otro de los objetivos será de apoyo en el caso que un satélite presente fallas, se pueda monitorear desde la tierra con el dispositivo.
Ali Guarneros Luna tiene 45 años, se encuentra trabajando en la NASA desde 2010, según cifras del propio Centro Ames, las mujeres latinas representan el 4% de sus empleados. Cuenta con una historia de vida muy interesante. A los 12 años sufrió con su familia el terremoto de 1985 en Ciudad de México, provocando que se fueran a vivir a San José en Estados Unidos.
Después se convirtió en madre de cuatro hijos y los crió por cinco años sin trabajar ni estudiar, entró a la Universidad de San José en la que era la alumna más grande y normalmente iba acompañada con alguno de sus hijos. Después un profesor le mencionó una pasantía en la NASA en la que logró ingresar para una práctica de tres meses y desde ese momento nunca más dejó de trabajar en el lugar.
En 2015 la NASA le otorgó el Honor Award por su aporte para crear oportunidades equitativas de empleo dentro de la agencia.