Es un secreto a voces, México es un país en donde la delincuencia y la inseguridad han ido creciendo poco a poco hasta alcanzar niveles verdaderamente preocupantes. Día a día escuchamos casos de violencia, corrupción, entre muchas otras situaciones, hasta llegar a homicidios.
El punto es que nadie está a salvo en nuestro país, sin embargo hay sectores que están más vulnerables que otros. En esta ocasión nos enfocaremos en los casos de periodistas que han sido victimas de violencia y que incluso han perdido la vidaen su labor de contar la verdad.
Solo por detrás de Cuba
La asociación Reporteros Sin Fronteras se dedica a recopilar los casos de violencia contra estos profesionistas, especialmente los de investigación, en todo el mundo. Entonces, del listado de 180 países que conforman su base de datos, México está en el lugar 147.
Esto lo convierte en el segundo país de América Latina más peligroso para hacer periodismo, solo detrás de Cuba que está en el lugar 173 del listado. Vamos, no se trata de una competencia de cuál país es mejor que otro, pero tener en cuenta este panorama resulta tétrico, triste y desalentador.
Este lugar en el listado, México se lo ha ganado a pulso. Para entrar en contexto, tan solo el año pasado fueron asesinados 54 periodistas; además de 7 periodistas ciudadanos y 8 colaboradores, según las cifras que muestra el sitio. Por si esto fuera poco, en el poco más de un mes que va del 2018, tres periodistas ya han sido asesinados.
Este escenario es verdaderamente triste pues demuestra cómo el país es controlado por personajes que no quieren que la verdad de muchas cosas se dé a conocer. Además, la situación se intensifica si tenemos en cuenta que también tenemos casos preocupantes de violencia contra la mujer, como ya contamos en otra ocasión anterior.
La vida de un periodista no debería depender de la censura de su libertad de expresión. Sin embargo, queda claro que en el territorio mexicano la situación no es así, y si bien depende de las autoridades que se haga justicia, también es nuestra obligación como ciudadanos elegir a los gobernantes correctos.